
“Me parecía que de NADA vale correr si siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra personalidad.” Con todo este aparataje, Carmen Laforet nos introduce con un lenguaje expresivo y lírico al despertar de una jovencísima Carmen Laforet al complejo mundo de los sentimientos que dominan las siempre difíciles relaciones humanas, sean estas familiares, de amistad o amorosas.

“Me gustan las gentes que ven la vida con ojos distintos que los demás, que consideran las cosas de otro modo que la mayoría… me gusta la gente con ese átomo de locura que hace que la existencia no se monótona, aunque sean personas desgraciadas y estén siempre en las nubes.” Andrea admira el talento musical de su tío, pero NADA le explica el por qué de su desidia o por qué parece estar siempre amargado y con ganas de amargar la vida a los demás. No hay nadie bueno aquí, como no sea la abuelita, que la pobre está trastornada.” Deslumbrada por el mundo que su amiga Ena le descubre, NADA sabe de sus intenciones o del porqué de su interés por su tío Román. “Ya irás conociendo a estas gentes son terribles, ya verás. Su olor, que era el podrido olor de mi casa, me causaba cierta nausea… Y sin embargo, había llegado a constituir el único interés de mi vida.” NADA sabe de los hilos que se mueven en el interior de su familia, entre su tía Angustias y su jefe Don Jerónimo, entre sus dos tíos, Juan y Román, que parecen amarse y odiarse desesperadamente, de Gloria, la mujer de Juan que sufre con resignación la violencia de su marido y el absoluto desprecio de su cuñado, de la sirvienta Antonia a la que solo Román parece soportar. ¡Cuántos días inútiles! Días llenos de historias… Historias demasiado oscuras para mí. “En la vida… todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo.” Andrea empieza su relato entre sombras, de NADA de lo que pasa a su alrededor parece darse cuenta, solo ve una superficie sucia y violenta que le asquea y le fascina a un tiempo. NADA” Más que a un piso de una familia burguesa venida a menos de la Barcelona de posguerra, pareciera que Andrea, la protagonista de esta triste y sórdida historia, llegara siendo una huérfana jovencita ilusionada e inocente a un castillo de fantasmas y mazmorras en el que malviven sus antaño felices habitantes entre sombras y miserias trastornados por un pasado reciente marcado por la derrota en la guerra civil.
